El queso es un alimento que necesita de algunos cuidados si no vamos a consumirlo en el momento. Hay algunos casos, como por ejemplo la crema de queso payoyo, que viene en un fantástico bote que simplemente tenemos que volver a cerrar. Pero en el caso de comprar cuñas de queso al vacío o quesos grandes que no vamos a consumir en un día, es importante saber cómo conservarlos para que no se pierda ni un poquito de sabor.
Una de las cosas a tener en cuenta para la conservación de los quesos es la temperatura. Cuando tenemos quesos de tapa dura, los podemos conservar entre los 8 y los 12 grados en un lugar más bien seco. En cambio, los quesos blandos se conservan mejor a menos grados: entre cuatro y ocho, por lo que tenemos que meterlos en la nevera.
En caso de guardar siempre los quesos en la nevera, debemos hacerlo en el cajón de las verduras o en la parte superior del frigorífico, lugar menos frío de la nevera.
Pero hay que cuidar muy bien los quesos para que no se sequen, por eso, además de la temperatura hay que tener en cuenta cómo lo envolvemos. En caso de que el propio queso traiga un envoltorio, probablemente sea la mejor opción. Si no tiene, un papel film de cocina evitará que se seque o se agriete y esté perfecto para que lo comamos.
¿Cuando está perfecto para tomar?
Si hemos conservado el queso en la nevera, lo mejor, sobre todo en el caso de los quesos más curados es dejarlo que se atempere durante un rato fuera de la nevera. De esta manera, será mucho más fácil partirlo y el sabor volverá a ser más intenso.
No es una buena idea ponerlo en una fuente de calor como una sartén o el microondas, lo único que conseguiremos es que sude o se deshaga alterando sus propiedades y el sabor.
¿Se puede congelar el queso?
No es lo más conveniente, aunque en este punto existen opiniones para todos los gustos. Si bien es cierto, los quesos más blandos son más aptos para congelar que los duros, ya que estos últimos cuando se descongelen se desmenuzarán durante el corte.